Inmenso letargo, rica psicología.
Y aquí estoy... tarde, expectante, desorientado y un tanto suspicaz al buscar entender si la calidad literaria -y por ende, su "profundidad"- concerniente al segundo tomo de la saga de Canción de Hielo y Fuego es producto de su popular mercadotecnia o si, por el contrario, me encuentro ante una obra de arte hermética recelosa de cualquier lector. Mi tardanza y disonancia temporal, con relación al universo televisivo es punto y aparte, no sólo porque sigo sin pasar del piloto de la temporada uno, sino porque pienso que, de continuar adentrándome en el universo creado por George R.R. Martin, debo sentirme conquistado ANTES por su versión literaria. Y, dicho esto, comenzamos a desmenuzar un poco tan extenso y tramposo tomo lleno de las mismas aventuras del primero, con añadidos y trucos, como si de un viejo platillo con aparente nuevo olor se tratara.
Para esta segunda parte, más elaborada, más maquiavélica, más dispersa y con más riqueza en los matices de los personajes, deberé hacer un comentario especial para un personaje que si bien aparece en DOS ocasiones en el libro, Martin le da más poder del que aparenta porque gran parte de las subtramas giran alrededor de él: Jaime Lannister. Del que sabemos poco directamente, pero mucho más gracias a la cosmovisión universal, al miedo que inspira en unos, al amor en otros, al terror en tantos otros... Y como gran parte de su arco dramático arranca, de alguna forma, con su crueldad hacia Bran Stark, de ahí podemos partir a la psicología de un hombre que hará todo por amor, retorcido y prohibido, pero amor, según su propia visión. Y, lo quiera o no, Martín construye en él uno de los personajes más complejos de la saga. Nos damos una idea de quién es Jaime Lannister brevemente en el primero y más cuando sostiene su plática con Catelyn en la cárcel; la clase de personaje que es y por qué, entre todo, es tan amado/odiado por los Siete Reinos.
Habiendo hecho el paréntesis, desmenucemos los posibles niveles de interpretación detectados en Choque de Reyes.
Como novela de personajes es buena, es interesante, me atrapa la intriga y la exploración de los más importantes es llevada con soltura, porque -aceptémoslo-, NO todos son explorados con el mismo ritmo. Esta segunda parte se centra mucho en Cersei, Tyrion, Bran y John. El resto es paja para agrandar el tomo, cuestión que francamente me tiene neutro, pero eso sí: es por ellos que la trama "avanza", porque de otra forma, me encontraría con un tomo de más de 900 páginas con pura, llana y MUY DENSA descripción. Y no tiene nada de malo encontrarme tanta descripción, pero me resulta evidente cuándo es la mano del editor y cuándo es la imaginación de Martín liberándose.
Y respecto a la imaginación, de nueva cuenta los personajes están bien delineados, siendo el arco principal el de Tyrion cuyo objetivo en esta segunda parte es hacer justicia, pues de ahí parten las subtramas que involucran a Catelyn y las secuelas de todo lo que "presenciamos" con Eddard Stark.
Como novela de aventuras la compro con recelo; es regular: avanza POCO, realmente poco. Y es que al ser tantos personajes, me da la impresión de que Martín debe tomarse su tiempo para re-elaborar su planteamiento, y si no es re-construirlo, sí darnos un pretexto argumental que nos justifique el siguiente texto; en este caso, un eclipse de apariencia sobrenatural que sobrevuela el cielo entero, con lo que nos damos la idea de la clase de "ficcionalidad" que perfumará la atmósfera general de la novela, porque de eso todo sucede al margen.
En esta segunda novela, el marco de acción es la guerra, ya en directa y a todo color, por el trono de hierro, pequeña gran silla metálica titular que da origen a todo el relajo que aquí leemos. Pero la guerra es el evento que conocemos únicamente a través de los personajes, sus diálogos y acciones por igual, hasta que llegamos al bruta diálogo del jefe Lannister, Tywin. Todo va a cuenta gotas, pausado, con parsimonia, leeeento, mucho, mucha traición, estrategia, plan, codicia, etc, etc..., pero a diferencia de Crimen y Castigo, otra novela que presume una miríada de personajes con una justificación muy particular y con un dilema ético inmerso en el arco dramático del protagonista, Canción de Hielo y Fuego II: Choque de Reyes me presenta, por capítulo, no menos de cinco personajes, y eso me aturde; Choque de Reyes no es una novela universal o con tópicos que gusten a todos. Es, de hecho, una novela sumamente política, en cada una de sus casi 1000 páginas.
Y en ese terreno, la novela deslumbra y con ganas; Martín sería un excelente crítico político (¿o ya lo es?); me enloquece, me cansa pero también me pide respetar su obra, y ese gran respeto ganado radica en su fría y exacta descripción, por su juego de ajedrez con los personajes, la manera en que los mueve, los disecciona, los utiliza y explora, por la forma en que me guía en este torrente y me da tantas vueltas como un carrusel. Para este punto, predecir la trama deja de tener importancia, al menos para un servidor, porque a estas alturas, el misterio detrás de la daga que aniquilaría a Bran Stark ha dejado de estar subconscientemente en el radar del autor; sabemos que Tyrion es inocente, que Cersei es capaz de todo por garantizar su seguridad, su status de poder, incluso si eso implica rebajar su reputación. Y como no todos los personajes comparten el carisma, la predicción se vuelve invisible.
Como novela con crítica sobre el mundo que vivimos sigue siendo tan cumplidora como su antecesora, aunque si soy honesto, hay momentos en que se torna unidimensional: muerte tras muerte. Y la oscuridad del mundo actual acapara mucho más; entiendo que uno de los temas preponderantes para George R.R. Martín es el juego del poder, el ser humano como agente transitorio en torno a la posesión materialista y la supervivencia, pero cuando presenta muerte tras muerte, incluso como ornamento psicológico de la guerra, llega a ser tedioso, restándole puntos al relato, porque si la primera tenía la especial cortesía de abundar en algo más que cadáveres y gente muriendo, tenía la educación para desarrollar las primeras motivaciones de los personajes, y aunque esta segunda entrega tiene como acierto adicional incorporar nuevos personajes para re-frescar la novela, no todos satisfacen igual; pero Tyrion Lannister ES Tyrion Lannister. Sigue siendo genial en todo sentido.
Y, punto y aparte, para cuando llega el clímax de los eventos en esta segunda entrega, pues termino con la sensación de tener poco contenido en mi mente, de haber visto pocos personajes y muchas vueltas, principalmente porque cuando Martín me tiene ya ATRAPADO con un personaje, me pasa al siguiente. Es este un recurso normal en la literatura, y aplaudo personalmente el toque estratégico que le otorga a la historia, ya sea por su cruda realidad, por su dramatismo, por la forma de describirme personajes o sus pensamientos, pero si algo le aplaudo, habiendo llegado al final de la función, es la manera en que consigue volverlos cercanos, íntimos para mí. O los odio/adoro.
Y, con todo y su abigarrado y político estilo, la novela marca pautas y algunas pistas de lo que podría tratar la tercera entrega; si la tercera novela marca una ruta argumental más apegada al texto original, hablaría de un autor literario como pocos al mantener un sólido estilo que no tergiversa su potencial, que no se deslinda del propio margen de su propuesta; pero si la tercera entrega presenta similitudes con la actual, me replantearía seriamente si seguir leyéndola o no.
Habiendo hecho el paréntesis, desmenucemos los posibles niveles de interpretación detectados en Choque de Reyes.
Como novela de personajes es buena, es interesante, me atrapa la intriga y la exploración de los más importantes es llevada con soltura, porque -aceptémoslo-, NO todos son explorados con el mismo ritmo. Esta segunda parte se centra mucho en Cersei, Tyrion, Bran y John. El resto es paja para agrandar el tomo, cuestión que francamente me tiene neutro, pero eso sí: es por ellos que la trama "avanza", porque de otra forma, me encontraría con un tomo de más de 900 páginas con pura, llana y MUY DENSA descripción. Y no tiene nada de malo encontrarme tanta descripción, pero me resulta evidente cuándo es la mano del editor y cuándo es la imaginación de Martín liberándose.
Y respecto a la imaginación, de nueva cuenta los personajes están bien delineados, siendo el arco principal el de Tyrion cuyo objetivo en esta segunda parte es hacer justicia, pues de ahí parten las subtramas que involucran a Catelyn y las secuelas de todo lo que "presenciamos" con Eddard Stark.
Como novela de aventuras la compro con recelo; es regular: avanza POCO, realmente poco. Y es que al ser tantos personajes, me da la impresión de que Martín debe tomarse su tiempo para re-elaborar su planteamiento, y si no es re-construirlo, sí darnos un pretexto argumental que nos justifique el siguiente texto; en este caso, un eclipse de apariencia sobrenatural que sobrevuela el cielo entero, con lo que nos damos la idea de la clase de "ficcionalidad" que perfumará la atmósfera general de la novela, porque de eso todo sucede al margen.
En esta segunda novela, el marco de acción es la guerra, ya en directa y a todo color, por el trono de hierro, pequeña gran silla metálica titular que da origen a todo el relajo que aquí leemos. Pero la guerra es el evento que conocemos únicamente a través de los personajes, sus diálogos y acciones por igual, hasta que llegamos al bruta diálogo del jefe Lannister, Tywin. Todo va a cuenta gotas, pausado, con parsimonia, leeeento, mucho, mucha traición, estrategia, plan, codicia, etc, etc..., pero a diferencia de Crimen y Castigo, otra novela que presume una miríada de personajes con una justificación muy particular y con un dilema ético inmerso en el arco dramático del protagonista, Canción de Hielo y Fuego II: Choque de Reyes me presenta, por capítulo, no menos de cinco personajes, y eso me aturde; Choque de Reyes no es una novela universal o con tópicos que gusten a todos. Es, de hecho, una novela sumamente política, en cada una de sus casi 1000 páginas.
Y en ese terreno, la novela deslumbra y con ganas; Martín sería un excelente crítico político (¿o ya lo es?); me enloquece, me cansa pero también me pide respetar su obra, y ese gran respeto ganado radica en su fría y exacta descripción, por su juego de ajedrez con los personajes, la manera en que los mueve, los disecciona, los utiliza y explora, por la forma en que me guía en este torrente y me da tantas vueltas como un carrusel. Para este punto, predecir la trama deja de tener importancia, al menos para un servidor, porque a estas alturas, el misterio detrás de la daga que aniquilaría a Bran Stark ha dejado de estar subconscientemente en el radar del autor; sabemos que Tyrion es inocente, que Cersei es capaz de todo por garantizar su seguridad, su status de poder, incluso si eso implica rebajar su reputación. Y como no todos los personajes comparten el carisma, la predicción se vuelve invisible.
Como novela con crítica sobre el mundo que vivimos sigue siendo tan cumplidora como su antecesora, aunque si soy honesto, hay momentos en que se torna unidimensional: muerte tras muerte. Y la oscuridad del mundo actual acapara mucho más; entiendo que uno de los temas preponderantes para George R.R. Martín es el juego del poder, el ser humano como agente transitorio en torno a la posesión materialista y la supervivencia, pero cuando presenta muerte tras muerte, incluso como ornamento psicológico de la guerra, llega a ser tedioso, restándole puntos al relato, porque si la primera tenía la especial cortesía de abundar en algo más que cadáveres y gente muriendo, tenía la educación para desarrollar las primeras motivaciones de los personajes, y aunque esta segunda entrega tiene como acierto adicional incorporar nuevos personajes para re-frescar la novela, no todos satisfacen igual; pero Tyrion Lannister ES Tyrion Lannister. Sigue siendo genial en todo sentido.
Y, punto y aparte, para cuando llega el clímax de los eventos en esta segunda entrega, pues termino con la sensación de tener poco contenido en mi mente, de haber visto pocos personajes y muchas vueltas, principalmente porque cuando Martín me tiene ya ATRAPADO con un personaje, me pasa al siguiente. Es este un recurso normal en la literatura, y aplaudo personalmente el toque estratégico que le otorga a la historia, ya sea por su cruda realidad, por su dramatismo, por la forma de describirme personajes o sus pensamientos, pero si algo le aplaudo, habiendo llegado al final de la función, es la manera en que consigue volverlos cercanos, íntimos para mí. O los odio/adoro.
Y, con todo y su abigarrado y político estilo, la novela marca pautas y algunas pistas de lo que podría tratar la tercera entrega; si la tercera novela marca una ruta argumental más apegada al texto original, hablaría de un autor literario como pocos al mantener un sólido estilo que no tergiversa su potencial, que no se deslinda del propio margen de su propuesta; pero si la tercera entrega presenta similitudes con la actual, me replantearía seriamente si seguir leyéndola o no.
Con la sola descripción de Jamie Lannister: hombre que hará cosas retorcidas por amor, me llenas de curiosidad y atención hacia esta obra. Esa descripción me llama poderosamente. Mencionas que son muchos personajes, no le temo a eso , leí Cien Años de Soledad sin árbol genealógico (muchos personajes con nombres repetitivos, del gran García Márquez, quien dicho sea de paso no he visto que tengas algún artículo de él). También mencionas que es un libro que aborda ampliamente la política, soy buena en la política la entiendo. Así que deberé echarle un vistazo a este libro.
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