¿Es la "rupturante" necesidad nuestro destino social?




¿Realmente puede existir un mundo perfecto?
La idea de corrupción es simplemente el opuesto a este planteamiento social, que desde la Filosofía Moderna ha mantenido a la humanidad en constante reflexión.
"Corrupción" significa "ruptura", que una persona, o grupo de personas, se corrompe. Naturalmente, la historia nos dice que el término es de las peores condiciones en que una sociedad puede encontrarse, pero, ¿no es acaso un estado ineludible en el ser humano?
¿Por qué pensar que siempre lo obtendremos todo? ¿O que alcanzaremos el todo? Por ponerlo religioso y espiritual, ¿por qué pensar que estaremos libres de "pecado" o de acercarnos al lado oscuro? Y dejando las metas, podemos incluir los ideales; la corrupción es la cara opuesta a este segmento del camino.

Pensemos en un policía que hace su trabajo, todos los días y con el esfuerzo que debe "plasmar" en sus actividades. ¿Lo tiene todo? Llega una persona y realiza un acto "indecente": a cambio de que lo exonere por un delito cometido, le da dinero, o le ofrece algo que beneficiará a este representante de la autoridad. Si el policía está "completo", ¿qué razón tendría para aceptar ceder en esta situación? Pero entonces recordamos que vivimos en un mundo donde la completud es difícil de realizar; el policía acepta la propuesta del ciudadano que lo arrastra al delito, y rápidamente entra en un proceso de vicio. 
No estamos completos. Como seres humanos, incluso como seres vivos, por naturaleza siempre estaremos en necesidad de algo, lo más mínimo que se nos ocurra, nos corrompemos por alcanzar cierta posesión, cierto nivel que nos interesa. Esta completud tiene su contrasentido paralelo en temas como la sexualidad o incluso la moral. 

Así como nuestra sexualidad está compuesta por una mezcla de diversos matices homo, hetero y bi, de la misma forma parece sensato señalar que ni somos buenos ni somos completamente malos, sino que actuamos acorde a la situación que se nos presenta; ¡somos grises! ¿De verdad hay que negarlo? Actualmente estoy viendo una antigua serie que terminó en el año 2006, si no estoy mal, pero en la temporada 7 de dicha serie, se introduce el concepto de Utopía y recordarás que Tomas Moro expuso su postura al respecto. La idea del bien y el mal como un dicotomía que debe ser superada. Y el ejemplo del policía siendo sobornado cruza ambas ideas de la manera más honesta y directa. 

En un mundo perfecto, no habría psicología que construir, en un mundo perfecto no habría nada que juzgar o aprender (¡es un mundo perfecto caramba!). Pero he aquí mi punto: un perfecto es, en palabras de Immanuel Kant, un "lógico absurdo" (lo podemos concebir aunque nunca será real); el ser humano siempre tendrá alguna clase de necesidad, y por este nimio detalle, pienso que la corrupción es necesaria. Siguiendo el ejemplo, si el ladrón le ofrece algo, por simple necesidad, curiosidad o lo que sea, el policía se verá tentado a ceder para su beneficio. 

Un mundo donde todo "está bien" nos crearía esa sensación de inseguridad, de que "algo no está bien", de que lo que vemos/tenemos/somos no es "creíble" (de ahí que prefiramos la imperfección y que aceptemos los defectos -que en el fondo es conformismo- como parte de la vida y principal rasgo característico de lo que nos hace humanos). OJO: no critico lo que soy, lo que somos, pero conviene analizar por qué el mal existe y es permitido en esta vida: ¡es necesario! No, no hago caso a San Agustín, quien decía que Dios permite el mal menor en beneficio de un bien mayor. Hay quienes piensan que este famoso filósofo era un idiota, pero eso es punto y aparte... 

¿Es la "rupturante" necesidad nuestro destino? (NOTA: aquí necesidad entra como sustantivo, no como adjetivo). Probablemente suena muy rebuscado, pongámoslo de otro modo: ¿es el conflicto siempre el punto "interesante" de la vida? Sí, sin él, ¿qué habría? La corrupción, los problemas, los defectos, los errores, los fracasos, hacen interesante nuestra vida; de otro modo no desarrollaríamos inteligencia, principios, valores, personalidad, en fin... 

La corrupción, el rompernos, el quebrarnos, es imperativo. Y porque como analizó Leibniz en su tiempo: ¿Es este el mejor o el peor de los mundos posibles? Es una pregunta arriesgada, dado que como especie no hemos avanzado mucho en el descubrimiento del universo, pero pensar que somos los únicos es soberbia pura. Si pensamos que no es ni uno ni otro, es colocarnos matizadamente en el gris, como dijimos arriba. Porque, ¿a poco sería cuerdo pensar que, como ejemplificación, la economía se reactivará, las cosas saldrán más baratas, el mundo será más amable, menos cruel, habrá menos impuestos y menos gobiernos corruptos? ¿Verdad que no? Eso no entraría rápidamente en nuestra realidad. No. Lo más creíble y lógico es pensar que nos está llevando la fregada, que los gobiernos son cada día más difíciles, que la comida sube y sube por la inflación, que la gente cada día está más estresada, es el mundo imperfecto en que vivimos, y la corrupción, debido a las intensas ganas de sobrevivir, está en la esquina, acechando, lista para arrastrarnos al lado oscuro (Welcome to the dark side). 

¿Es la "rupturante" necesidad nuestro destino? ¿Es la corrupción necesaria, o acaso es inherente? ¿O es intrínseca a nuestra humanidad? ¿Tenemos oportunidad de, si no superarla, por lo menos evadirla? Conviene pensarlo, pero dudo que sea sencillo. Somos seres humanos, y tanto por lo bueno como por lo malo, somos complejos. La necesidad, buena, mala, pequeña, grande, chica, diversa, relativa, siempre estará ahí. 

2 comentarios:

  1. Aquí viene su servidor: Contrario Contreras, regidor no electo de Debatitlán y Hipster Master por la Universidad Inversa.
    De entrada he de reafirmar algo que a muchos les ha de pesar: el ser humano NO es bueno, no tiene buenas intenciones y su naturaleza es ponzoñosa y destructiva.

    Los seres más terribles, crueles y despiadados son casualmente los niños, esos que el occidente se empeña de calificar como inocentes y puros. Pero que casualmente en el resto de mundo se entrenan como los mejores soldados de guerrillas (Si no me creen, vean un patio de primaria y noten como se portan esos cabroncitos).

    No creo que el mal sea 'necesario', es más bien inminente, pero no por ello impenetrable. Combatir esa naturaleza ruín que todos poseemos ha sido la tarea de la especie desde que existe la reflexión y el método para logralo se denomina desarrollo humano. Algo que desde los tiempos del imperio romano se ha estancado a nivel global.
    ¿Y qué es ese 'desarrollo humano'? Ahh, nada. Una cosita insignificante de comportamiento social que junta requisitos como civilidad, ética, empatía, simpatía, respeto, superación personal (pero no de libritos de Og Mandino), equilibrio espiritual y nutrición intelectual. Una de esas rarezas que a la gente le hace mucha falta y que al verla se aterra como si fuese un demonio. Son valores que escapan a su comprensión.
    ¿Se puede desplazar por completo 'el mal' con desarrollo humano? Por supuesto que no, ese gusanito siempre estará royendo la fibra emocional, a la espera de un punto blando de donde mamar sangre.
    Todas las religiones identifican ese mal natural del hombre como debilidades, pecados, tentaciones. Son esos los vehículos para la corrupción.
    Eso no significa que uno deba volverse puro, casto y santo, incolumne como monja encerrada en convento. Eso no es crecer, eso es huir, y al huir el mal sólo cobrara fuerza porque al no reconocerlo, al no familiarizarse, corromperá con más facilidad.
    Sí, necesitamos usar nuestro mal, pero no debemos entregarnos al mal (Ya parece sermón de domingo). Nuestra maldad interna es el ojo que reconoce al negro entre los pardos, el reflejo en el vidrio, la ilusión en la farsa; es un aliado del bien, si se aprende a conducirse. La utopía es inacansable precisamente porque el equilibrio del Ying y el Yang son metas que el hombre dificilmente logrará.
    Pero ¿a poco no vale la pena doblegar ese troglodita interno y crecer en fondo y forma? ¿a poco no se oye chido eso de llegar a ser SúperHombre?

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    1. Probablemente porque tendemos a crear y destruir como un ciclo alegórico de lo que es la vida.

      No creo que el mal sea desplazable, pero sí controlable, quizá dirigible. Es asunto de cómo manejamos el criterio lo que balancee el Bien del Mal (si aceptamos la premisa de Blancos y Negros).

      Usar el mal en beneficio de nuestro bien. Una interesante paradoja.

      La idea nietzscheana es interesante, pero creo que se refugia en un ideal.

      Ya escribí otro artículo, muy a principios, sobre el mal como principal -posible- identificación humana en la sociedad. La pregunta sigue en el aire.

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