Aterradora en su tratamiento psicológico, The Shinning, de Stanley Kubrick es hoy día una cinta de culto.
Stanley Kubrick pareció haberse especializado en la psique humana, tal y como lo hiciera con Naranja mecánica (1971); también parece haber profundizado en la evolución humana, en la descripción de los más profundos rincones del alma, de las emociones más básicas que tenemos todos; esta cinta es considerada por muchos como una de las grandes obras maestras del cine, y no es para menos. Stanley Kubrick, es un hecho, en 1980 hizo con El resplandor (The Shinning) una cinta compleja, tanto en el aspecto técnico, artístico, estético, como en su narrativa; incluso puede haber quien diga que es un filme fácilmente comprensible, lo que desde luego es una mentira.
Cuadro por cuadro, escena por escena, secuencia por secuencia, en sus tres actos, Kubrick compuso una pieza única, maravillosa por aterradora y maravillosa por su detallado esquema sobre la mente humana, lo frágil y poderosa que ésta es, sobre los polos psicológicos que dominan nuestra conducta, enseñándonos, demostrándonos que la locura y la cordura penden de un hilo, y que su equilibrio puede ser derribado con el pasado, con las acciones del presente, con los secretos de la cotidianidad y el terror escondido tras una simple sonrisa.
Las alegorías, y más que nada los símbolos visuales sobre la vida y la muerte, no faltan en esta cinta, en esta obra maestra cinematográfica. Del mismo modo en que éstos son expuestos al espectador como una cascada que arroja verdades, aquí Kubrick emplea hábilmente los diálogos y las expresiones humanas como reflejo de lo intangible; Jack Nicholson en el papel de Jack Torrance es sorprendente, o si queremos buscarle un adjetivo superior, es escalofriante, es formidable, es...terrorífico, inigualable en su interpretación. El actor nos ha demostrado en este y otros filmes (pensemos en su caracterización y desempeño como el Guasón en Batman -Dir. Burton, 1989-) que puede realmente actuar con deslumbrante e impactante depravación, quizá esquizofrénico, aunque probablemente el acercamiento a estos conceptos resulte tergiversado, haciendo acopio de la psicología desarrollada por Kraepelin en 1893.
El primer plano en diversas tomas contribuye a recibir directamente el impacto de la narrativa, haciendo de esta historia de terror una verdaderamente atemorizante sin necesidad de espíritus o afectaciones similares como hoy en día se usa (no que sea algo malo, pero el nivel de calidad será discutible); en el rubro de lo técnico como complemento de lo visual está la apantallante banda sonora, compuesta por Wendy Carlos y Rachel Elkind, quienes logran espantarnos con tan sólo un sonido, partituras acuciantes, estresantes y deliciosamente inquietantes, una vocal o una sala manchada de sangre, escena que generó polémica en su momento...
Kubrick pone especialmente hincapié en las sutilezas expresadas en las reacciones emocionales de los personajes, principalmente en Torrance; recurre hasta los detalles más nimios para explicar lo ingente, a las metáforas que captamos subconscientemente, enfatizando el miedo a lo ininteligible, que a lo que comprendemos de primera mano. No por nada Martin Scorsese calificó a esta cinta como una de las mejores películas en toda la historia del cine, como tantas otras de época. Ahora bien, la historia, al estar cargada de paralelismos sociológicos como el individuo a merced del azar en la locura y lo indecible; paralelismos psicológicos como lo es ver gente muerta o fantasmas claros como el agua, habla mucho de la habilidad de retrato, de encausar el significado hacia algo más profundo, algo más hermético. El bien y el mal se encuentran en constante dinamismo.
Por otro lado, con El resplandor Kubrick, y tácitamente Stephen King, anuncian la locura detrás de la inmersión total en la exploración individual, en lo que significa adentrarse en nuestros propios miedos, en el problema al no distinguir la realidad de la ficción, centrándose en el lado oscuro del escritor embargado en la literatura, en la irrealidad de sus personajes y en lo que significa quedar atrapado, sin salida y sin poder hacer otra cosa más que aceptar, enfrentar y reconocer la naturaleza de nuestros demonios internos, y sobre todo en las consecuencias que esto supone; dicha premisa fue posteriormente abordada en La ventana secreta (2004), estupendamente protagonizada por Johnny Depp.
Y ¿de qué trata esta historia? Jack Torrance es un padre de familia que acepta un empleo como vigilante en un hotel mientras se dedica a escribir su novela. Pasado el tiempo los fantasmas del pasado, y sus propios obstáculos, comienzan a perturbarlo al grado de poner en riesgo la seguridad de su familia.
Con esta cinta, a finales en los años ochenta, Kubrick demostró una impecable habilidad para crear historias sumamente trascendentes que a la vez se las arreglan para integrar referencias histórico-culturales de una manera única.
Los símbolos visuales, has dado en el clavo. En efecto Kubrick fue sensiblemente talentoso en su trato hacia la condición humana, sus inquietudes sobre lo que nos mueve y nos hace valiosos en la vida se refleja en cada una de sus películas, desde la… bueno, no la primera no, pero desde la segunda hasta la última.
ResponderBorrarRepito que los símbolos visuales, y esto es MUY importante porque con el acomodo de ciertas piezas de la escenografía, los encuadres, la iluminación, el manejo de los espacios, la sensación de desesperación está siempre latente, ahí sutil causando una incomodidad indescriptible que va creciendo con la locura de Jack.
A su vez, es terrible ese miedo tan denunciado por el autor respecto al daño que nos pueda causar un ser querido. A pesar de tratarse de una cinta con eventos sobre naturales, uno puede intuir cierta observación en el alcoholismo como vehículo catalizador de ese comportamiento errático y destructivo que terminaría por arrojar a Jack al asesinato de su familia. Los comportamientos delatan mucho de ese cuadro: la autoridad mezquina de Jack, la sumisión de Wendy, la conducta introspectiva y retraída de Danny, son señales una familia disfuncional sostenida por los hilos que termina por quebrar en el aislamiento.
Las trampas mentales que plantea el hotel son impresionantes, desde la arquitectura de los pasillos, el cuarto 237 hasta el laberinto del jardín, todo dibuja una serie de escalofriantes sucesos que culminan con la muerte de la figura paterna. Terriblemente bello.
Como dato curioso Stephen King odió la película y dijo que el director no entendió lo que quería decir su novela. También otra anécdota con los actores es que por un lado cuando Jack Nicholson le preguntó al director qué quería del personaje, Kubrick retó a Nicholson diciéndole: “Tú eres una estrella, demuéstralo”. Por otro lado Kubrick nunca estuvo del todo contento con Shelley Duval y la aterrizaba en el set sometiéndola a un estrés enorme, al grado que la hizo repartir una escena 157 veces.