Por EdSQ
Después de una primera parte bastante prometedora y que arranca con un universo que mezcla audazmente ingredientes conocidos (géneros, estereotipos, premisas, cosmogonías) y no conocidos (nuevas mitologías, creación de conflictos), llega Ciudad Medialuna: Casa de Hielo y Aliento, una poderosa propuesta de aventura, romance, crimen, pasión y, por supuesto, intereses políticos ancestrales que amenazan no solamente a una ciudad, sino al balance de toda una galaxia.
¿Por qué leer Crescent City?
Tengo que confesar que entré a esta saga por accidente, por curiosidad de leer algo distinto. Y fui satisfecho, no solamente por la originalidad de sus personajes (nunca he leído de una protagonista contemporánea que sea cínica y se burle del peligro sin miramientos), sino también porque mezcla mitología conocida y, simultáneamente, crea la propia, pero no gasta páginas enteras explicando las normas y ramificaciones de su mundo -cough, Tolkien...-. Con el evidente toque de misterio, magia y enfoque policíaco, esta saga mezcla divinidad con situaciones terrenales, toda clase de mitología con lo fantástico de manera que te imaginas posible encontrarte en un bar, una casa o una oficina y ver a un centauro, un ángel o una creatura amorfa y no te espantas. Esa posibilidad, esa magia para imaginarte algo que podría resultar inconcebible y que Maas logra es creatividad pura. Así que, ¿por qué invertir tiempo en esta propuesta? Me parece que es una aventura bastante peculiar y divertida, además de tener la suficiente cantidad de intriga, pasión y aventura (más el hecho de construir personajes que se sienten reales).
Entrando en materia, en esta ocasión Bryce Quinlan y Hunt Athalar se enfrentan a una conspiración que involucra a los llamados Asteri (los personajes más poderosos de este universo —algún momento casi se me sale la palabra Asterix de la boca—) y una rebelión que busca acabar con su totalitarismo. Así, la pareja protagónica se ve en medio de la encrucijada, forzada a decidir si desafiar a la autoridad en cuestión o… someterse a ella.
Sara J. Maas (la creadora de este universo) retoma situaciones clave de la pasada aventura para reforzar el toque de misterio e intriga en esta segunda parte, inyectándole matices a las motivaciones de viejos personajes, tanto los que vuelven a aparecer como aquellos que simplemente pasan a formar un recuerdo en la mente de Quinlan, dándole un aire dramático a la ya de por si lacrimógena situación. Hay momentos de risa, de soltura pasional y nuevamente encuentro un desarrollo emocional bastante profundo en esta segunda parte. Más que nada, porque ya no es tan necesario desarrollar a los personajes (quizá sí matizar y explorar su curva emocional de cara al nuevo peligro) porque ya sé qué dirán, cómo actuarán. Entonces, Maas los desafía, reta sus instintos y los conduce por nuevos caminos, al tiempo que, apoyados por sus amigos y familiares, enfrentan un mal originario mucho más peligroso que el anterior. Quizás lo que me parece ridículo o “cliché” sea que el mal en turno sea alguien mucho más antiguo que el villano de la aventura anterior y el único “pero” disponible sea lo tardado que es llegar al clímax.
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