Encrucijada. Terminarla es una tortura.




Alguien está cazando a los homosexuales. Es Nueva York, en la década de los años ochenta y a un detective de policía llamado Steve Burns (Al Pacino) le asignan el caso de atrapar al misterioso y escurridizo asesino cumpliendo una sencilla y -probablemente para él- incómoda misión: fingir que es gay (porque, casual, todas las víctimas se le parecen...) e infiltrarse en esa sociedad para atrapar al culpable. 

Esta es la trama de la película Encrucijada (Cruising, Dir. Friedkin, 1980), cinta en la que el director probablemente se haya enfocado, con cierto tono y habilidad bien plasmadas, a criticar la fobia social que circulaba en aquella época en torno a lo "diferente". En este sentido, la película logra su cometido, aunque de una manera muy ligera. La violencia al estilo gore no se hace esperar, no es constante, pero es contundente con sus planos angulares y cámara que impiden ver de lleno lo gráfico de sus escenas. 

Más allá de la temática, el enfoque otorgado por el director, y la aparente atmósfera de misterio/terror que abunda en determinadas secuencias, la cinta no tiene mucho más que ofrecer, ni hablar de un Al Pacino cuya actuación es MEGA PLANA (no hace mucho le aprecié una igualmente mala actuación a Kate Bosworth en Somnia). Francamente me sorprende el poco delineo de un guión que prometía un thriller épico, no sólo por la escasez psicológica y nada matizada de su protagonista, sino porque también el villano deja TODO que desear: su trasfondo es absurdo, confuso e intrascendente, y nunca se explica del todo cuál es su odio hacia la homosexualidad. 

Mi sorpresa comenzó con el desperdicio del talento de Pacino, quien a mi juicio es de los mejores actores que Hollywood tiene, y en esta cinta, pasa sin ton ni son. Las locaciones son correctas, el ambiente, la presión socio-ética se vislumbra parcialmente, y ese aire de "¿Eres gay? ¡Dios mío!" está ahí. Se nota. La música es medianamente salvable, pero en algunas escenas produce una mezcla visual-auditiva que da la impresión de que veo una mala película palomera en un domingo en galavisión. 

Más allá del dilema moral al que se enfrenta Burns cuando se percata de que su vida personal se desmorona con tal de cumplir con su misión, además de gozar con la entonces muy bonita Karen Allen, la película no tiene un conflicto sólido que sustente su narrativa, que justifique por qué es tan difícil atrapar a un psicópata que no cumplió los sueños de su padre. 

Lo mejor, Karen Allen como la novia que, en lo poco que sale, gusta. 

¿Lo malo? El resto de la película. 

2 comentarios:

  1. Ooohhh, el porno gay-gore post-exorcista. Sí, esta historia de SUMA oscuridad la llegué a ver hace como dieciocho años con un morbo de un Al Pacino encubierto como homosexual después de haber visto una maravillosa interpretación de OTRO homosexual homofóbico con Sida en ‘Ángeles en América’.

    Pero aquí pareciera que Friedkin no logra sacarle provecho a sus actores, ¡Vaya! ni a su historia. Primeramente creo que ese se debe a que, pese a las buenas intenciones del director por retratar y denunciar la ola de violencia en el Nuevo York de los setentas contra la comunidad LGBT. El problema es que nunca termina de entender el trasfondo ni cultural ni psicológico de todo eso. Y no es por falta de pericia. Contacto en Francia es la prueba de que Friedkin puede hacer historias urbanas muy bien logradas. No, aquí el problema fue la incapacidad de empatía. Porque nos enfrentamos a una exhibición de violencia gratuita, informativa sí, pero gratuita en el sentido de la reflexión, sacude pero no persuade.

    Como bien dices, es un antagonista de caricatura. Es malo porque es malo. (Sólo le faltó explotar en un rascacielos). Lo que resulta comprensible cuando buscas victimizar a un sector atacado por la sociedad completa, tachados de inmorales, pervertidos e indeseados. Pero que si sabes que existen esos prejuicios:
    1) No alimentas los prejuicios con estereotipos y ‘mitos de influencia ‘conductual’
    2) No deshumanizas la homofobia. Quieras que no es parte de la sociedad. Hay que entenderla para poder tratarla. En metáfora médica, eso fue como tratamiento medieval de “tiene fiebre, desángrelo”.

    Una razón fundamental del problema fue un antagonista heterosexual, que no se siente cómodo en el entorno y lo abarca a huevo. Realmente no podemos conectar con el sector LGBT, pues a pesar de que es el grupo afectado es ignorado completamente por la cámara. Son más muebles y ventanas rotas por reparar que personas.

    De nueva cuenta, el mérito de Friedkin fue atreverse a denunciar los sucesos y la violencia desmedida que se traduce en momentos gráficos escalofriantes (¡¡esa pinche puñalada en la cama me rayó el disco duro!!) y que sacude con la impresión pero falla en el mensaje. Sin embargo el director no puede llevarse el crédito de pionero, no cuando joyas como El Show de Terror de Rocky ya existía cinco años antes aunque se le agradece la intención.

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  2. Me parece muy acertada tu visión de la película, apenas tuve la oportunidad de verla, y aunque tienes razón en muchos puntos, no hay que olvidar que en esa época la comunidad homosexual no estaba integrada al resto de la sociedad, esa es la razón principal por la que la película tuvo tanta relevancia en su época, yo no le hubiera dado una calificación tan baja por lo menos yo le hubiera dado 2 Estrellas y Media.

    Firma Tacos al Pastor

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