Crítica a Los Coristas




Los Coristas es una conmovedora visión humana del director Christophe Barratier.


Narrada a modo de "presente a pasado" esta historia presume de ser una lección de humildad, perdón, trabajo en equipo, pero sobre todo, de la persistencia de un individuo por dejar huella en los alumnos que se le asignan temporalmente. Todo parece estar situado de manera "provisional", tanto los eventos como las emociones expresadas; las oportunidades aquí se sienten naturales, pues son respaldadas por las lecciones de vida. 

Los Coristas se ubica en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y narra la historia de un maestro de música, llamado Clément Mathieu, que llega a un internado en Francia para compartir lo que sabe, sin saber ni conocer el ambiente interno y la desconfianza de los profesores hacia sus alumnos; es cuando Mathieu pone su grano de arena para levantar la esperanza de vida de sus pupilos. 


Así simplemente la historia podría ser una cualquiera, pero la realidad es otra. Aunque la película esté completamente ambientada en Francia, su atmósfera, y especialmente su narrativa, se sienten auténticos, frescos, sólidos y accesibles a todos público. No es precisamente una comedia, pero tampoco es un drama, es una historia que presume de un alma propia y que, por ende, puede con libertad enseñar al espectador aquello de lo que se compone: una historia de valor, de honradez, de reconocimiento individual y colectivo. 


Si bien es una trama que utiliza los estereotipos más convenientes de la sociedad y recurre a ellos para hacer de este tema uno profundo e inquisitivo, lo cierto aquí es que ello contribuye a la claridad de las situaciones, de la atmósfera misma así como el impacto que tiene sobre el espectador. Una de las riquezas del filme es su protagonista, quien a pesar del pensamiento negativo que lo rodea en la institución, él permanece firme y positivo en su lucha por inculcar valores a sus alumnos. 


El guión, a cargo de Carla Cea, es inteligente, quizá no dinámico pero sí inspirador y es capaz de tocarnos el alma y llegar hasta nuestros corazones con profunda conmoción y alegría. Muy a la par está la música, angelical e intensa, va muy ad hoc con el mensaje destinado al espectador. 


Una composición única y exquisita en todas sus partes, una película sumamente recomendable para ver una tarde en casa (con palomas incluidas). 

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