La insoportable levedad del ser de Milán Kundera inicia con antecedentes filosóficos interesantes para los no versados en la materia, pero para los estudiosos de esta división de las humanidades, encontramos en esta especie de “prólogo” un interesante enfoque que nos ayuda a entender el contexto en cómo decide iniciar su historia. Estableciendo – quizá – su propia metáfora sobre lo que es llevar la carga de nuestras metas y lo que es no tener ninguna, desemboca en la vida de Tomás y Teresa, dos de los cuatro protagonistas de esta historia.
¿Cómo exponerlo? Encontré en Kundera un estilo poético, casi místico en su narrativa, lo que debo resaltar me parece extraordinario, aunque en algunos puntos excesivo. Me detendré en esto más adelante. Kundera nos expone aquí los cuatro ejes de la historia: Tomás, un médico; Teresa, una mujer en busca de su libertad; Sabina, una mujer amante de la vida, y en el ángulo final, a Franz, un personaje más reservado que Sabina.
En este sentido Kundera teje con impecable habilidad las oposiciones de toda relación, y desarrolla increíblemente a los personajes, siendo a mi parecer, Teresa el más realista y profundo de ellos. Es así que tenemos desde el pasado de este personaje ejemplificado, con todo y su abstrusa y lógica psicología, a su madre, que no hace más que maltratarla, lo que impulsa, de un modo curioso, a que Teresa quiera alejarse de ella. Fue en este apartado donde encontré perfectamente expuesto el deseo, que todos mostramos alguna vez, en relación a lo que podemos odiar o detestar de nosotros mismos, ya sea por circunstancias familiares o por simples características personales.
¿Nos gustaría a todos ver a nuestros padres presumiendo públicamente su cuerpo? Dicha escena me tomó más de un par de horas para interpretarla como un aviso de Kundera en el que nuestros actos están fuertemente influenciados o por la cultura o por nuestro instinto humano. ¿Cuál ofrece una sólida capacidad de discernir? Este dejo, esta aversión que Teresa presenta contra su madre, y que a mí me pareció justificable e interesante, es lo que paulatinamente la impulsa a querer construir otra vida, al lado de Tomás. Teresa, sobra decirlo ya, me pareció muy interesante, por su propia concepción del amor, de la fidelidad, acerca de cómo Kundera nos narra el que ella advierte, sabe que Tomás la engaña pero que no creo necesario (o justo) recriminárselo.
En cuanto a Tomás, me resultó interesante, sí, pero no tan profundo como el ya expuesto. No obstante, el mejor atributo que le encontré en su historia y desarrollo, es que supondría que en él Kundera manifiesta su concepto del “compromiso”. Sí. En la narrativa inicial nos explica el autor su poca interacción tanto con su esposa a mitad de divorcio como la posterior con su hijo, aunque con éste último el autor la retoma valientemente después. La ex esposa me pareció egoísta, injusta, aunque quizá esta apreciación parezca predecible. Pero en serio ¿qué clase de padres preferirían a su nuera/yerno por encima de su propia prole?
Tomás lleva una carga y desea quitársela. ¿Cuántos no queremos algo así en esta vida? Pero la realidad es que la carga – lo opuesto a esa “levedad” – está con nosotros por algo. Visto de lejos Tomás es evidentemente un mujeriego, pero ¿por qué? ¿Por qué le resulta fácil conquistar? ¿Por qué hizo a un lado el compromiso? ¿Por qué le fue negado el único y verdadero compromiso en su vida y desde entonces prescindió de los demás? En otro ángulo puede verse que embona perfectamente con el estereotipo del médico atractivo que es seguido por muchas y que engatusa y enamora mujeres fácilmente.
Todo autor es hijo de su época y siempre intentará abordar, en personajes o historia, un reflejo que le interese o preocupe su entorno, de su tiempo. De la misma manera podemos establecer analogías tanto con Sabina como con Franz, quien (podría yo decir) bosquejan una relación distinta al de la otra pareja, pues una vive sin temor su vida y el otro lo hace de un modo más sutil y sin embargo, son. Entre estos dos personajes la relación, se percibe en la narrativa, es más rápida y más dramática, debido a que, aparentemente, son personajes secundarios, pues aparecen más o menos a la mitad y después Kundera nos devuelve a los protagonistas principales. Me habría gustado saber más de ellos.
Ése fue uno de los tres defectos que hallé en la obra, el otro tiene que ver con la narrativa. Tiene que ver con la visión del autor. Quizá para ustedes no, pero encontré (o mejor dicho, “vislumbré”) un parecido entre la manera de narrar la historia de Kundera con la vista en “Los Miserables” de Victor Hugo. A lo mejor me equivoco, pero vi esa semejanza y, ahí, opino que le falló a Kundera, que no logra esa “trascendencia narrativa” que logró Hugo con su historia dramática.
Estoy de acuerdo en que un autor debe recurrir un poco al misterio para hacer más interesante su historia y proveerla de giros inesperados, pero aquí la herramienta no le sirve, no consiguió ese esperado matiz que Hugo sí consigue, lo que hace parecer a Kundera como alguien “inocente” con la historia.
Si el inicio es filosófico, es sumamente lógico que el final, o por lo menos el clímax, tenga vistazos teológicos. No obstante, en términos del argumento, son los últimos capítulos (6 y 7) lo que me parecieron más de relleno, exceptuando algunas exploraciones psicológicas tanto en Tomás, en Teresa como en Karenin, y que no hacen evolucionar a la historia con el “ritmo” de aventuras al que nos va acostumbrando el autor.
Es interesante e importante detenerse un momento y procurar entender lo que el autor nos quiere decir ahí mismo: la culpa que siente Teresa, su cosmovisión sobre la humanidad, la manera como aprecia el lazo que tiene con Tomás y el que sostiene con su mascota Karenin, y las sorpresas que se lleva al final después de presuponer demasiado en torno a los “secretos” de Tomás. El final es simbólico, como de película, pero eficiente al desenmascarar las verdades y despejar las dudas de la mujer que lo acompaña. ¡Qué importante es la sinceridad en una relación!
En el aspecto teológico del perdón, será aquí donde le encontremos más fuerza al argumento filosófico, más fuerza, luz y verdad con la revelación que le hace Tomás a Teresa, para finalmente poder seguir con sus vidas y descubrir, al último, la felicidad que siempre estuvo ahí pero que no se permitieron ver.
Kundera es un autor que se mueve entre instrospecciones y críticas con envestidura irónica que muchas veces se recubre en versos ornamentales, pero que tampoco le ofrecen accesibilidad al lector. Claramente para el autor ese vocabulario tan particular es un filtro enre los lectores serios y los consumidores de revistas domingueras.
ResponderBorrarAhora yendo al libro. El título mismo habla de una dicotomía entre lo que el personaje percibe y lo que ejecuta, entre deseo y deber. El balance, esa pluma que pesa como plomo más por su propia conciencia que por las fibras que vibran al contacto con el cuerpo. Cuestiona efectivamente entre lo que sentimos y lo que se nos condiciona a sentir, probando que somos más frágies de lo que estamos dispuestos a admitir.
Pero esa fragilidad puede cambiar su esencia a través del otro. Si Tomas es el compromiso, Teresa es el refugio. No son almas destinadas a la felicidad, no sos polos opuestos que se atraen, son sino esbozos humanos buscando sentido, un sentido que muchas veces se forja con la voluntad.