Fabricante de Lágrimas es una apuesta amorosa bastante entretenida y con movimientos puntualmente acertados en su guion, jugando con la mente del espectador y considerando la naturaleza interna de sus personajes. Es la clase de película con un ritmo engañoso, pero una vez que espectador entiende realmente las motivaciones de los protagonistas de la trama, la prisa tiene lugar.
Lo primero en
tener en cuenta en la manera tan “retraída” en que la historia, con su
dosificación psicológica vertida en diálogos, uso efímero de primeros planos y
una palpable sensación de que algo PUEDE ocurrir, pero terminar dejando el
misterio y la tensión aperitivos de primer tiempo.
Pero eso no
es todo, pues habrá secundarios que conflictúen su camino, y he aquí lo
interesante sobre Fabricante de Lágrimas: te permite tomar partido por
los personajes desde una postura engañosa, haciendo creer que el príncipe azul
lo es realmente, que el lobo es masoquista, y cuando las acciones tienen lugar
reflejan las verdaderas intenciones de los personajes, conectas con ellos y te
conmueves al descubrir que quien se considera malo, es bueno de corazón; quien
creía ser el correcto para la protagonista, termina siendo un infame personaje
que la “quiere” por las razones incorrectas.
Fabricante
de Lágrimas tienen puntos bastante álgidos en su trama, momentos de tensión, de
romance, de sugerencia emocional, pero ante todo, tiene la virtud de permitirse
ser como el río que fluye, que las situaciones tengan su curso y que el amor florezca,
aunque sea de forma realista y algo sucinta.
Con su moderado contenido emocional, Fabricante de Lágrimas es una digna y modesta apuesta italiana fílmica de Netflix que permite replanteamientos al tema del amor, las intenciones y cómo realmente no importa si conociste a una gran persona recientemente, cuando sientes conexión con alguien de tiempo atrás, eso es invaluable.
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