Wonder Woman 84


 


Estupenda secuela que, aunque es un poco coercitiva, es muy emocionante y profunda. 








Por EdSQ.

Una secuela más humana y profunda que su predecesora. Eso es lo que vi en Mujer Maravilla 1984 (Wonder Woman 84), la segunda participación en conjunto de Patty Jenkins Gal Gadot, quien ya había sorprendido gratamente desde Batman v SupermanMujer Maravilla 1984 es una secuela que se arriesga a contar otra parte del desarrollo del personaje: la vulnerabilidad. Y habiendo visto la película, puedo entender algunas “quejas” hechas al film, pero simultáneamente… me decepciona la razón detrás.

 


Tras vivir con Mujer Maravilla el empoderamiento femenino (término que gusta a unos/as y disgusta a otro/as), vemos en esta secuela a una mujer maravilla distinta. Y lo mejor es que las piezas son presentadas con el ritmo necesario. Lo segundo mejor a destacar de esta entrega es el cuidado del guion visto en los personajes, porque tan sólo en los primeros veinte minutos de la película ya me han contado mucho y en ningún momento sentí una sobreexposición de tema, de personajes, un desbalance en cualquier sentido. No. De hecho, son esos primeros veinte minutos los que cimentan la justificación psicológica en los personajes, porque, al final, es un juego de perspectiva humana el que me encuentro, principalmente entre Bárbara y Diana (sí, omito un poco la persecución de ladrones en la plaza y que es el catalizador del conflicto central), sucedido por diversos momentos de drama, acción y un toque de misterio que, siendo franco, no me parecieron completamente naturales.

 


Bárbara y Diana trabajan juntas en el museo smithsoniano analizando piezas. Un día la coordinadora del museo les avisa que llegarán piezas que deberán ser revisadas y es cuando Bárbara deberá apoyarlos. Este hecho inmediatamente llama la atención de Diana y juntas platican brevemente al tiempo que examinan los objetos. Se encuentran con una enigmática reliquia que promete deseos. Cada una, en silencio, pide el suyo, como es de esperar, lo que desencadena eventos “inesperados” para las protagonistas. Poco después, entra en escena Maxwell Lord. Diana siente que debe hallar el artefacto y Bárbara, repentinamente, es divertida, atractiva y segura de sí misma.

 


Sí, casi desde que comienza la película tengo los vistazos a este famoso personaje, interpretado por Pedro Pascal, pero lo cierto es que él aparece un poco más adelante. Y cuando lo hace, desde ya, la interpretación de Pascal me permite “ver” las intenciones del personaje; quiere el misterioso artefacto es alguien tan claro, nítido y humano, que rápidamente se gana mi empatía. Es alguien que intenta salir adelante, sí, miente y engaña, pero también tiene motivos de peso. Gracias a un evento del museo, Lord se topa con Bárbara y, bueno… adivinas. Va tras el objeto misterioso. Y aquí no puedo arruinarte la trama, así que lo dejaré… El punto es que Diana intuye que algo no está bien y decide investigar al respecto, topándose con un “obstáculo” inesperado y viendo cómo lidiar con él.

 


Las piezas comienzan a moverse y Bárbara pasa de venerar, admirar e idolatrar a Diana a buscar apartarla de su deseo hecho realidad. En este punto de la película (sin especificar), los personajes terminan encerrados en conflictos personales y gracias al guion surge en el aire la cuestión psico-emocional de hasta qué punto estamos contentos y felices con quienes somos, sin realmente desear algo que no poseemos y que debemos preguntarnos si realmente tenemos esa necesidad orgánicamente. Bárbara idolatra a Diana por quien cree que es. 


En este punto, como decía más arriba, la lectura de la cinta se torna psicológica, interesante, pero también tramposa, pues Kristen Wiig interpreta a una Bárbara “invisible” y su personaje me parece una mezcla de Clark Kent de Richard Donner y Max Dillon (Elektro en la secuela arácnida de 2014). Nada reprochable como decisión creativa, pero tramposa porque, de entrada, no me muestra algo nuevo. Sin embargo, gracias al guion de Jenkins puedo notar una creciente diferencia argumental en el personaje (un poco endeble, eso sí) de Bárbara respecto a lo que la lleva a tomar “un camino distinto” al de Diana.


Para este momento he avanzado más de la mitad de la película y cada personaje empieza a tomar decisiones conscientes. Mientras que Diana disfruta de la presencia de Steve Trevor (no arruino la trama, es sabido desde los cortos la aparición del personaje en la secuela; lo que no revelaré es cómo aparece), pronto se da cuenta de que algo no anda bien y decide acudir a Bárbara por apoyo, que es la especialista. La gemóloga accede y los tres investigan qué está ocurriendo. Para este momento, con base en sus breves hallazgos, temen la verdad y juntan las piezas del misterio: la pata de mono. 

 


Para el arco narrativo que tengo de Maxwell Lord, Geoff Jones y Jenkins -guionistas de la película- deciden contarme una versión moderna de La pata del mono -aquel objeto mágico que muchos ubican por Los Simpson, el cual te concede un deseo a un precio muy elevado-, usando como objeto mágico el poco popular Cristal del Caos (que se presentó en el primer arco del cómic Batman/Superman durante The New 52).

Escenas de acción intercaladas con drama, misterio y comedia, pero comedia inteligente a mi parecer, no las jaladas de Drax de Infinity War y Endgame, totalmente inútiles y que desperdiciaron tiempo valioso de la historia. Aquí el humor recae en Steve Trevor re-descubriendo el mundo y el talento histriónico de Chris Pine vuelve a estar presente. Y es todo lo contrario al relleno que se podría pensar, aquí este tiempo en pantalla sirve para conflictuar la decisión final que Diana deberá tomar para salvar al mundo. Y, siendo honesto nuevamente, con su arco narrativo me llegó la mente la famosísima frase de Spider-Man “Un gran poder implica una gran responsabilidad”, fábula que yo relaciono con el sacrificio, con la idea de que los héroes deben sacrificar su felicidad en aras de mantener el bien general. 

 


Lo que emocionó mucho de la película (además del guiño al tema musical "Beautiful Lie"), al mismo tiempo lo observo con cierta desconfianza: el mensaje de la película. En una situación límite, las personas -sin importar si son musulmanes petroleros, irlandeses borrachines, nerds con dificultades para socializar o latinos despreciados por la comunidad anglosajona- tomarán, incluso en contra de sus intereses egoístas, decisiones adecuadas en pos del bien común. 

Y es justamente la premisa lo inverosímil de todo el pastel, porque es una doble moralidad la que yo encuentro: en lo que respecta a los cómics, casi toda la gente que me rodea siente un desprecio por Superman y amor ciego a Batman; que uno es “demasiado bueno” o “muy perfecto”, para ser verdad y el otro es un SER HUMANO con tanto sufrimiento que acabó traumado y combate el crimen de noche disfrazado de murciélago, eliminando de su vida cualquier posibilidad de crear una familia por su cuenta. 

Pero he ahí mi punto: la moraleja de Mujer Maravilla 1984 es tan in-creíble como Superman lo es en sí mismo para la mayoría. Entonces, ¿sí es creíble suponer que, en la peor situación, el vecino sacrificará parte de su persona por ayudarme... pero debo mirar con malos ojos a Superman por el personaje que es actualmente? 

Fuera de este aspecto, la película me gustó bastante, me emocionó y provocó que espere con ansías la tercera entrega. Y sí, Gal Gadot ES Mujer Maravilla. 

1 comentario:

  1. Tenías que decir algo de Superman! Todo iba bien hasta ese punto. Oata mí la MM de Gadot simboliza exitosamente la esperanza, y es totalmente creíble que las personas se inclinen hacia el bien de su corazón. La diferencia es que al menos en el arco narrativo de su personaje no ha sido tentada por la oscuridad (excluyendo brevemente su "deseo"), mientras que Superman es el chico bueno por antonomasia pero al que al cabo todos temen porque tanto poder sin límites puede corromper hasta al más noble de los corazones...e irónicamente su debilidad es en sí misma su humanidad. Mientras que Diana/MM equilibra perfectamente ambos roles, quizás sea la madurez de tantas épocas vividas entre los humanos. A Kal El justamente le hace falta la sabiduría que únicamente proporciona el tiempo (de ahí que la encarnación de Kingdom Come me parece más realista).

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