Crítica a Elefante blanco


Elefante blanco, de Pablo Trapero aborda sustancialmente el tema de la religión como eje de falsedades aunque con problemas de ritmo. 

Ricardo Darín, al que también vemos en Relatos Salvajes, interpreta aquí al Padre Julián, quien a base de la fe y la creencia religiosa "impone" la justicia en su entorno, dejando que la fe resuelva las situaciones alrededor sin ir más allá, hasta que problemas (drogas, violaciones, asesinatos...) en su comunidad lo fuerzan a repensar su posición. 

Podría ser ésta una forma de ver la cinta dirigida -dramáticamente- por Trapero, quien como se ha señalado con anterioridad en sitios de cine, es alguien que expone de un modo sutil críticas a distintas instituciones sociales (el gobierno, la policía, la familia) como blancos de mentiras, engaños o problemas de estructura ideológica. Para endulzar, y al mismo tiempo cuestionar el concepto de fe que se tiene actualmente, Trapero recurre a momentos de amor entre religiosos y laicos, la pobreza en distintos sectores de Argentina, el problema de la fe ante situaciones reales y la imposición y "ceguera social" de otros organismos eclesiales con el fin de retratar la indiferencia que éstos adoptan ante los problemas de la actualidad. Es de ese modo que, mediante un ritmo que en varias ocasiones se siente pesado, construye el mundo que representará su visión de la iglesia, o por lo menos de aquellos que se dirán muy devotos pero no hacen nada más allá de simplemente orar. 

El problema no es creer o no hacerlo, el problema es ignorar las dificultades que implican las sociedades actuales con la sobre-población, y pensar que con orar todo se resolverá, el problema también está en cómo las oportunidades de otros son la desgracia de la minoría y la iglesia no siempre tiene respuestas "efectivas" a estas situaciones, aunando la pobreza, los empleos, las pocas oportunidades, la violencia como respuesta ante la desesperación. Todos estos factores los tiene en cuenta el director y los emplea para exponer la "doble moral", o doble cara, de las instituciones religiosas. Este es un tema que igualmente se aborda, y con el mismo tono, en Obediencia perfecta (2014), aunque esta otra cinta se apoya [más] de temas alternos que no Trapero no aborda aquí. Con Elefante blanco muestra sin miedo el detalle de los padres religiosos viviendo relaciones de amor sin más; probablemente la diferencia cultural marque aquí una línea y la prohibición sea un tema discutible por cuestión de ámbitos, pero no deja de ser igualmente importante pensar en ello. 

Esta es una película relevante por la vara con la que mide el palo, por el ojo crítico que coloca sobre el tema discutible aquí; con un ritmo que sí decae varias veces, especialmente en los dos primeros actos, y que para el tercero agarra vuelo y toma su camino, Elefante blanco expone la crítica a la religión desde la postura de la ignorancia.  

1 comentario:

  1. “Me siento culpable por haber sobrevivido…”

    Elefante Blanco es una de las películas más extravagantes que he visto llena de argentinismos y acercamiento a resultados de regímenes peronistas, pero ágilmente envuelve al espectador creando una fuerte conciencia social acerca de la lucha contra la corrupción.

    Muy buena película.

    -Tacos al Pastor

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