Barrio chino. Hogar para el despecho.



Cuando leo en los créditos que el legendario director Roman Polanski fue el realizador de una cinta tan memorable como esta, es porque se trata de una gran historia. El que fuera director de la aclamada El pianista (2002) o incluso de Un dios salvaje (2011), así como de muchas otras obras del séptimo arte, entregó, en 1974, una pieza de intriga caracterizada por un perfecto ensamble donde las motivaciones sobran y los culpables se hacen patos; apelando a las verdades no dichas, a las mentiras expuestas, a los celos, al coraje, a la envidia, al inconmensurable deseo de poder y, sobre todo, al amor prohibido. Es tal la mezcla de elementos que tiene ChinaTown. Es Roman Polanski. 

ChinaTown sigue los pasos del detective Jake Gittes (Nicholson), un investigador privado contratado por la señorita Mulwray para confirmar si su esposo la engaña o no. Pero lejos de parecer despechada, Gittes intuye que algo no cuadra con el panorama que se le da para profundizar en el supuesto delito. Pronto, su incansable espíritu y su deseo de llegar al fondo de la verdad lo llevarán al límite de una conspiración más allá de su moralidad. 

En escena tenemos a un Jack Nicholson impecable, cuyo personaje construido siempre da muestras de veracidad, vulnerabilidad, honestidad, perseverancia, pero también con una vida complicada y llena de adrenalina. Podría ser, también, que su Gittes es una versión más activa en la galería de detectives, y aunque se distingue, también queda tieso en momentos donde debería haber sido más agresivo. Cosa del guión, diría yo. En la composición del elenco tenemos también la participación de varios actores que complementaron adecuadamente la labor de Nicholson: Faye Dunaway (Evelyn Mulwray), John Huston (Noah Cross), entre otros. 

Algo que me sonó durante toda la película fue el contexto socio-político presentado: la muerte de un personaje más relevante de lo que se podría admitir dentro de un conflicto que incluye posesiones feudales, la discordia de una persona así como el ávido deseo de difamar a otros. Y es que en un mundo de intrigas, todo puede pasar y todo dedo punitivo es tomado a conveniencia. En este sentido, puede que la subtrama del agua -que al final cobra mayor importancia-, sea una narrativa que podría haberse presentado de una manera más directa, pues entre el asesinato, la infidelidad y la preocupación por cubrir las huellas, llega un momento en que tanto los diálogos como las consecuencias me resultaron inextricables. Es percepción. Mas no por ello el suspense se pierde, tal vez baja un poco el tono por momentos, pero lo cierto e innegable aquí es que Polanski se toma su tiempo para construir el crimen, el conflicto, el suspense, factor que es resuelto con dramatismo, sangre de por medio y un simple diálogo producto de un Gittes agotado de intentar hacer lo correcto. 

Entre el ansía de poder como fondo, las intrigas inmorales que constituyen el hilo conductor y las interpretaciones, ChinaTown se convierte en un thriller que debe ser visto, de día preferentemente, pero más que nada por la excelente actuación de Nicholson, a quien no hay escena en la que no lo veamos fumar. Lo pueden golpear, pisotear, rebanar, masacrar, golpear el trasero, pero su caja de cigarros...intacta. Milagros del cine. Hechos afortunados que hacen de esta cinta una muy buena recomendación dentro del género del crimen policíaco para descubrir quién fue el culpable y por qué. No te preocupes, llama a Gittes. Puede que tarde días, semanas, meses o años, pero él se rebanará la cabeza con tal de darte las respuestas. 

2 comentarios:

  1. Polanski es un cineasta con muchas facetas; su trayectoria desde la comedia satírica en "La Danza de los Vampiros"(1967), el drama psicológico de "Luna Amarga"(1992) y los clásicos literarios como "Oliver Twist"(2005). Pero si algo caracteriza su obra tanto como actor como director, es el de dotar a sus personajes con un misterioso halo de ambivalencia moral.
    En Chinatown esa ambivalencia se tuerce y se vuelve terreno fértil para la corrupción. Pero no sólo en el plano de los negocios sucios y la política, la corrupción moral: ocultar la verdad para beneficio personal, doblar la ley para resolver problemas, el hacerse de la vista gorda para no enfrentar el mal ("Olvídalo, es Chinatown"), pero no deja de ser una condición humana, una piedra con la que todos estamos propensos a caer y debemos saber identificarla para esquivar la pena.
    Cabe también recalcar que esta película reta muchos conceptos clásicos del cine: las cosas no salen bien al final: el mal no es vencido, el héroe tiene el rostro cubierto la mayor parte de la película, la heroína no es una heroína y el ritmo de la cámara tensa a un punto en que el medio se vuelve opresor e incómodo (sin necesidad de filtros de color).
    Una cinta noir con sello de grandeza.

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  2. Es una joya de película, el personaje de Jake Gitte, es de los iconos más relevantes del cine.

    Es de las películas que toda persona debe de ver antes de morir.

    -Tacos al Pastor

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