(Discurso dado en la ceremonia de clausura de mi carrera de Filosofía)
¡Buenas días a todos!
¡Buenas días a todos!
Nos encontramos hoy una vez más celebrando,
riendo, llorando o incluso acompañando a muchos en el final de una etapa para
el comienzo de otra. Si soy sincero con ustedes, me visualicé en este momento
cientos de veces, y mientras esto llegaba a ocurrir me figuraba un montón de
ideas u opiniones en torno a lo que se supone sigue a partir de ahora.
Como ustedes, también experimenté
diversas inquietudes, ya sea por mis anhelos, por mis carencias, por mis
deberes o también por mis posibilidades. En mi propia y limitada experiencia,
puedo decir que fueron muchas, pero en serio muchas las veces que encaraba con
diversos allegados la cuestión “Estudio filosofía, ¿con qué propósito?”.
Algunos amigos pensaban que debido a ello, pronto sufriría penurias, pero ellos
no lograron entender que todo es un balance; tanto lo bueno como lo malo forma
parte de la vida diaria. Siempre he sentido un amor ingente por la lectura, que
puede verse reflejado en la forma de adoptar las ideas de múltiples pensadores,
ya fuera Platón, San Agustín o Sartre, entre muchos otros.
Desde el comienzo de la carrera, o casi desde la
preparatoria, me enfrenté a la polémica de “¿Qué estudiar para satisfacerme
plenamente a corto, mediano o largo plazo?”. En este sentido, escuché muy
variadas opiniones, como que es necesario tener un empleo que nos haga
productivos, ganar mucho o tener en cuenta prioridades inmediatas, pero algo es
cierto: cada persona vive de acuerdo a sus propias prioridades, sean éstas
similares o no a las del prójimo. La interrogante aquí sería qué es para cada
quien la noción de productivo, puesto que a diario caminamos en diferentes
sentidos de este mismo concepto.
Más que otra cosa, después de varios años de
analizar, compartir, criticar, refutar o fortalecer sistemas filosóficos, puedo
decir que la filosofía, aunque ciencia última, es una ciencia humanística de
rigor, de respeto, que se nutre bajo la tolerancia de la opinión, de la
diversidad, del forzarnos a nosotros mismos a escuchar lo que el otro tiene que
decir, que enseñarnos, que compartirnos, opinión que fue muy debatida con mis
compañeros este semestre.
No sin haber perdido cosas en el proceso, gané
otras tantas muy valiosas, y doy gracias por estos años de intenso análisis,
pues orgullosamente, gracias a la filosofía, veo la vida de otra manera. Con
optimismo, con crítica, con cierta apertura, con alegría, con entusiasmo.
Recordando un poco las discusiones con algunos
amigos que creían que por estudiar filosofía no obtendría éxito, tuve
necesariamente que cuestionarles qué era para ellos el éxito, pues en base a
ello estructuramos nuestras metas e ideales, principios y valores. Creo
firmemente que el haber visto a un sin fin de autores otorga estructura de
pensamiento, una capacidad analítica increíble, aunque en mi caso notoriamente
excesiva y en ocasiones un tanto cerrada, todo tiene su razón de ser.
Una ocasión durante el semestre le compartí a un
maestro que, en mi opinión, el entender que un autor desarrolla, expone,
problematiza y después resuelve sus teorías filosóficas, es lo que nos da
pauta, y una buena, para poder demostrarle al mundo que la filosofía es el
principio de todo lo que conocemos, pues sin ella no contaríamos con las bases
para razonar, experimentar y tener el espíritu y el valor de enfrentarnos a los
problemas de la vida diaria, porque claro, hay de problemas a problemas, pero
sostengo, aquí y en China, que la filosofía vale la pena, porque enseña a
pensar, ayuda a perder el miedo a aprender, a conocer y a disfrutar.
Estamos para disfrutar la vida,
cierto, pero también ésta se trata de qué le regalamos al prójimo, qué
cosmovisión le ofrecemos, qué dificultades resolvemos juntos. Desde
que tengo 11 años leo y fue entonces que sentí fuertes deseos de convertirme en
escritor, meta que sigo teniendo, pase lo que pase. Cuando uno descubre su
pasión, su vocación, lucha por hacer de ella su motivo de vida. Después de
estos años, con alegría y entusiasmo me confieso siempre estudiante y analítico
filosófico, porque gracias a este importante proceso, he aprendido, crecido y
compartido.
Muchas gracias.
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